En mi ejemplar la dedicatoria versa: "para Paula en el día de mi cumpleaños de 1996. Emilia"
Quizás, cuando me lo regaló mi madre, leí algún relato. Pero no lo recuerdo. Lo que sí se me viene a la mente es la incógnita que me suscitó en su día una dedicatoria tan somera, como pensé entonces.
Ahora, 14 años después, se ha posado sobre mí el peso y la importancia de ese nombre posesivo que enlaza nuestras vidas, la de mi madre y la mía, en un regalo para mí el día en que mi mami cumplió 48 años.
Y, después de sumergirme en las historias que se pueden leer en él, habita en mí la maravillosa sensación que me produce ese vínculo que mi madre quiso crear desde siempre con su hija, conmigo.
Ese punto de encuentro entre las dos se me antoja siempre traducido en las carcajadas blancas, aniñadas y puras, que mi mamá y yo nos regalamos por el pasillo de nuestra casa, o en la cocina, o en el sofá...
Soy una hija afortunada.
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